La justicia universal existe. Todos acabamos muertos o UNDEADS

Con la iglesia hemos topado

miércoles, 18 de noviembre de 2009

No sabía qué hacer en ese momento. No sentía pena por aquel jodido chiflado inconsciente. Tampoco por el otro, aunque le faltara la cabeza.

La compasión es un instinto muy humano, es cierto. Me pregunto si será producto del egoísmo y la hipocresía... para lavar conciencias.

Cogí a Gavrilo y le eché sobre mi hombro derecho. No pesaba mucho pero menos pesaba el aire. Es el precio que tenía que pagar por ser la fuente de distracción de las amenazas. Le sacaría partido.

Reanudé el paso, introduciéndome en el pueblo por aquella carretera que tanto había dado de sí. Tenía pinta campestre, con sus casitas bajas de dos alturas alrededor de una calle principal, sus aceras estrechas y ni un solo semáforo. Era una pena que no hubiera, porque tenía entendido que en las nucleos urbanos, cuando hay revueltas, estos simpáticos mobiliarios urbanos son de los primeros en caer, por detrás de contenedores, cabinas telefónicas y fachadas de negocios y bancos. Allí no había nada de eso... sólo jodidas casitas de pueblo, una tras otra, una tras otra, una tras otra. No tenía nada con lo que medir la peligrosidad de aquel ambiente. Si bien la calle desierta me podría indicar algo, también es cierto que no tenía conocimiento ni del día de la semana ni de la hora. Sólo que había amanecido hacía no mucho.

La verdad es que caminaba sin rumbo por aquella calle de dos direcciones, pero en un solo sentido. Más adelante pude ver lo que supuse sería una plaza y por encima de las casas, un campanario.

La gente, cuando está desesperada, es capaz de creer en cualquier cosa y lo que es peor, en cualquier persona. Quizás hubiera alguien allí capaz de vocalizar más de dos sílabas sin tirar saliva ni sangre por la boca.

No es que me pusiera ahora a creer en Dios pero posiblemente fuese de los pocos sitios donde hubiera algo de comer, aunque fuese un buen par de hostias.

0 comentarios: