La justicia universal existe. Todos acabamos muertos o UNDEADS

El mensaje de Arecibo

lunes, 28 de septiembre de 2009

Me inquietó ver como esos cuerpos extraños salían del fuego caminando con tranquilidad, cada vez más rápido. Todos menos la silueta del conductor del camión.

No me entretuve ni un segundo más. Era el momento de preparar la huida. Debía pensar rápido. Dentro de nada todo esto estaría lleno de maderos, bomberos y hasta el ejército. Pero no podía salir corriendo como una gacela campo a través. Joder, es que ni tan siquiera sabía dónde cojones me encontraba en la puta península. Necesitaba un mapa o aunque fuera una guía de carreteras. Sabía que debía evitar todo tipo de vías urbanas y caminos, pero necesitaba alguna referencia para saber mi localización, algún cartel de tráfico o similar. Una vez conseguido esto, tendría que dirigirme hacia algún paraje medio salvaje donde permanecer algunos días. Ése supuse que sería mi mejor hábitat, al menos por el momento.

Sabía donde podía encontrarlo. La biblioteca era un lugar diferente. Ahora que todo apestaba a mierda en el recinto, contrastaba con su suelo impecable, su silencio sepulcral. Estos días nadie entraba. Nunca nadie entraba. Una ligera capa de polvo cubría las estanterías y mesas. No es que fuera muy grande, pero si lo suficiente como para encontrar algo del tema que quisieras. No tardé en encontrar una pequeña guía plegable de carreteras. Puede que no fuera su sitio correcto pero no importaba, estaba en el primer lugar donde intuí que estaría, en el estante de geografía.

Creía que todo andaba bien, cuando leí de que año era: 1974. Maldita sea. No había nada mejor.

Me di cuenta entonces. El silencio ya no era tal. Un susurro, unos dientes chasqueando, quizas unos sollozos, provenían de algún lugar de la sala. No estaba sólo. Grité con fuerza para intentar disuadir esa amenaza. El sonido no remitía. No crecía su intensidad, pero tampoco disminuía. Mi respiración fue incrementándose. Cada vez más. Ya no era respiración, eran jadeos. Cada vez más. Ya no eran jadeos, eran gemidos. Más, más, más. Empecé a sentir los latidos de mi corazón. Cada vez más. Los sentía en mí cabeza. Los sentía en mis tímpanos. Casi estaba sordo. Cogí una silla de madera, la rompí contra el suelo. Ya tenía una estaca con la que atacar. Empecé a dirigirme al murmullo. Lentamente. Apreté los dientes mientras salivaba fuertemente. Estaba fuera de mí. Un paso. Otro. Otro más. Ahora sí crecía el murmullo. Giraba cada estante preparado para atacar con todo mi ser. Sólo quedaba la última estantería. Asomé mi cabeza a la par que el arma. Pero no. En la última esquina, algo o alguien estaba arrinconado en el suelo. Estaba tiritando. Me encontraba a punto de clavarle la madera en la cabeza, cuando la giró... estaba llorando. Ya no importaba, iba a matarle. De repente, algo brilló en sus manos. Tenía un teléfono móvil. La tensión que tenía acumulada en el cuerpo se dispersó al quitárselo.

Un teléfono le había salvado la vida.

Miré el cacharro, era viejo, pero tenía pinta de conservarse bien. Las teclas no estaban prácticamente desgastadas. Apenas le quedaba batería. Era curioso. No había cobertura. No había logotipo de ninguna compañía telefónica. El teléfono estaba marcando el 112, pero nadie contestaba. Miré el historial de llamadas, 13 llamadas al 112. Miré al rostro de quien permanecía arrinconado llorando.

Era Arecibo. No le conocía mucho, sólo sabía de él que era muy introvertido y que estos días le habían dado palos por todos lados.

Le solté el teléfono a los pies. Me di media vuelta en dirección a mi habitación.

“¡¡¡No me dejes!!!” me gritó.

Seguí caminando.

Le abandoné.

2 comentarios:

Espigol dijo...

Para el que no lo sepa "El mensaje de Arecibo es un mensaje que se envió al espacio exterior en 1974 desde el telescopio que lleva el mismo nombre. Dicho mensaje llegará a su destino dentro de más o menos 25 milenios"

El símil te ha quedado genial. El muchacho tiene las mismas posibilidades de obtener respuesta del 112 que el radiotelescopio. Jajajaja Muy trabajado. Estos pequeños detalles le dan encanto a la historia.

Y encima te divertiste dejando el año en que se envió el mensaje, por ahí en medio del post. "Un mapa de carreteras de 1974..." No deja usted de sorprenderme Mr.Kepler.

Anónimo dijo...

Gracias por la explicación Laura