La justicia universal existe. Todos acabamos muertos o UNDEADS

Encuentro

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Me dirigía a mi habitación. Los lloriqueos de Arecibo dejaron de resonar al cerrar la puerta de la biblioteca. No me había dado cuenta. Ya era prácticamente de noche y el fuego del exterior bañaba los jardines con una luz dorada. Caminaba deprisa por los pasillos del recinto siendo consciente que algo estaba ocurriendo ahí fuera, demasiados gritos... pero no podía distraerme más, así que ni tan siquiera miré por los ventanales vallados.

La explosión anterior habría provocado alguna avería en el cuadro eléctrico y estaba empezando a provocar cortes intermitentes en la iluminación de todo el recinto. Parte de la culpa también la tendrían los viejos generadores de luz de emergencia que supongo que sitios como estos irían provistos.

Tenía que apurarme si no me quería quedar encerrado aquí para siempre, ningún psiquiatra en su sano juicio me indultaría habiendo matado a un chalado con mis propias manos. “Debí haber razonado mejor joder, su cuerpo está apoyado sobre la pared de mi habitación y hay un puto camino que indica que la sangre proviene de mi celda”. Murmuré mientras me guiaba doblando las esquinas de este laberinto.

Mi médico decía que tenía que controlar mis impulsos y razonar, siempre razonar. Siempre lo hacía. Siempre razonaba como podía reducir a mi presa de forma más efectiva. Siempre.

Se me estaba haciendo tarde, demasiado. Menos mal que ya estaba llegando a mi celda. Iba repasando qué era lo que necesitaba. Cogería algo de comer, mi boli y mi libreta. Con eso y la estaca que llevaba encima podía ser suficiente. Una pena que no me diera tiempo a utilizar el extintor. Si Jony se acercara por mi habitación...

Estaba un tanto confuso. No me importaban nada estas salas frías como el hierro, pero sentía cierta añoranza sin todavía haberme ido. Tenía recuerdos en cada una de las que iba atravesando.

Llegué a mi pasillo. Me detuve. Me agazapé y observé. El tarado falto de amigos estaba agonizando, sangraba mucho, pero ahí estaba el muy cabrón, todavía vivo. No era capaz de levantarse, las piernas las tenía medio inmóviles o algo parecido. La verdad es que no recuerdo bien dónde le golpeé. Él agitaba lentamente los brazos de un lado al otro, como haciendo ademán de querer levantarse hacia un lado primero, hacia otro después. Estaba como ido. Creo que eran sus últimos movimientos.

Al fondo del pasillo apareció un cuerpo entre la oscuridad de la escalera de emergencia. “Menuda mierda de luz de emergencia” me he dicho siempre. Miré fijamente calibrando sus pasos, sus movimientos de cadera y el baile de sus brazos al caminar. Ya le tenía.

“Esta vez sí” me dije en voz alta seguro de mí mismo. No podía haber nadie tan capullo aquí de moverse de esa manera. “Ése es Jony” pronuncié mientras me levantaba.

Aquel cuerpo oscuro empezó a correr hacia delante, hacia mí, hacia el tarado, hacia no se dónde. Era muy rápido. Era salvaje. Era voraz. Mis pupilas se dilataron al compás de su aceleración para intentar descifrar quién era. No era Jony. Yo le había visto correr, saltar y atacar. Era un hombre negro. Se movía muy rápido. Espera no, no era negro... estaba totalmente negro, estaba totalmente quemado. Se abalanzó sobre el chalado que ni tan siquiera le vio venir. Empezó a morderle por todas partes como si de un depredador se tratara. No era humano. No parecía humano. El otro no podía ni tan siquiera resistirse y se limitaba a moverse lentamente mientras cada vez más sangraba por la boca y por todos los pedazos de carne que esa bestia le estaba arrancando. Se limitaba a dejarse ser comido.

No podía creérmelo. Nunca vi tanta salvajez, tanto ansia por matar, tanto instinto.

0 comentarios: